Cada día es más evidente que en 20 años de supuesta y apócrifa dirigencia en el Sindicato Minero, no ha hecho absolutamente nada en favor de los trabajadores, más bien se ha enfocado en arrebatar en lugar de sumar.
Podría casi apostar que Napoleón Gómez Urrutia nunca ha dado una declaración en favor de la minería mexicana, nunca ha emprendido una campaña real y con resultados buscando mejorar las condiciones de seguridad de los trabajadores o su bienestar.
Pero entonces, ¿para qué Napillo utiliza la dirigencia del sindicato minero? Pues sólo para amedrentar empresas, hablar mal de ellas, utilizar a los mineros para extorsionarlas y sacar una tajada económica cada vez que tiene alguna negociación.
Ese es el verdadero interés de Napillo, el sindicato lo utiliza como una empresa para seguir enriqueciéndose y acumular contratos colectivos de trabajo para hacer uso indiscriminado de las cuotas sindicales y posteriormente para exprimir a las empresas pidiéndoles infinidad de cosas como vehículos de lujo, inmuebles y fuertes cantidades de dinero, todo para uso personal, de lo contrario inicia huelgas sin fin como lo vivimos en Cananea, Taxco y Sombrerete.
Muchos mineros somos testigos de su actuar, por ello no es de sorprender que cada día tenga menos secciones y que su Comité Nacional esté repleto de mineros inactivos, que actúan como gestores y golpeadores para lograr los objetivos que les exige Napillo desde la comodidad de una de sus mansiones.
Gómez Urrutia siempre ha estado ausente, los trabajadores mineros lo conocen como el Lord Mantas, y es que esa es la única manera en que lo ven. Él nunca ha hecho trabajo sindical, nunca ha conformado una sección, nunca ha sido minero, todo se lo hacen; el señor bajo una supuesta superioridad racial y social ordena y ellos acatan.
El impostor de Napillo acumula discursos exigiendo que se retiren concesiones, que se cierren empresas, que éstas se vayan del país; ¿y el trabajo de los compañeros y el sustento de las familias mineras? Pues no le importa.
Tan le vale el bienestar de los trabajadores que desde su posición como presidente de la Comisión de Trabajo del Senado de la República, orquestó el más grande atropello a la clase trabajadora, al impulsar y aprobar la reforma laboral que redujo anticonstitucionalmente el reparto de utilidades a 90 días, un impacto que trajo consigo la pérdida, en algunos casos, de 90% de los ingresos que se obtenían por este derecho.
Hoy finge demencia o bien dirían en mi pueblo, se hace el menso, al igual que con los mil millones de pesos que se robó de las jubilaciones y pensiones de los compañeros de Cananea y que se niega a regresar; así como el apoyo que nunca brindó a las viudas de Pasta de Conchos o bien como su doble nacionalidad, al ocupar una curul en el Senado.
Por si requiriéramos de más análisis, basta mencionar su nuevo negocio, su supuesta central obrera que más bien es un grupo de socios dueños de maquinaria que pretenden que las empresas con las que Napillo tiene contratos colectivos del sector minero, les compren servicios sí o sí, o bien la amenaza de huelga en la minas siempre está latente.
Así ha pasado dos décadas el impostor, timador, oportunista y por demás falso Gómez Urrutia, un fulano que por un lado es el peor propagandista del sector minero y, por el otro, llena sus bolsillos de riqueza a costa del sudor y trabajo de los mineros a los cuales no se cansa de despreciar.