El dirigente del sindicato minero FRENTE, Carlos Pavón Caampos, aseguró que para Napillo, la única “lucha obrera” es la suya, que no significa otra cosa que hacer lo que sea, con tal de que no sea removido de la dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares, al que llegó de manera fraudulenta, además de no ser encarcelado por el robo de mil millones de pesos que quitó a sus agremiados, sin importar que para cumplir esos objetivos se dé la muerte de algunos compañeros.
Asimismo, el lider sindical Carlos Pavón Campos destacó que días atras, vieron una de las caras más cínicas del imitador de minero, Napoleón Gómez Urrutia, quien organizó prácticamente un desfile por la muerte de dos mineros de la sección 271 en Lázaro Cárdenas, Michoacán, hace 18 años; en lo que debería ser un día de luto y para pedir perdón a los mineros por engañarlos y hacerles creer que la pérdida fue en defensa del contrato colectivo de trabajo y sus derechos, pero no fue así, lo celebro como si hubiese sido una fiesta.
En abril de 2006, este impostor organizó un paro ilegal en la empresa Sicartsa, en protesta porque el Gobierno se negó a darle la Toma de Nota que lo acreditaba como líder del Sindicato, ya que no es minero y no cumple con los estatutos para ocupar la secretaría general, por lo que legalmente en ese momento no representó a los compañeros y la empresa no podía negociar con él.
Destacó que para presionar al Gobierno, Napillo organizó un paro ilegal para lograr su reconocimiento e incitó a los mineros de Lázaro Cárdenas a radicalizar la protesta, los engañó y dijo que la empresa no quería respetar sus derechos, por lo que impulsados y presionados por Gómez Urrutia se dieron enfrentamientos entre mineros y la policía, mientras que, desde su escondite en Canadá, él amagó al Gobierno de seguir con la violencia si no se le reconocía como dirigente, después de varios días de conflicto dos compañeros mineros perdieron la vida y más de 40 fueron lesionados.
En este sentido Pavón Campos aseguró que Napillo quería un segundo enfrentamiento igual de violento; sin embargo, no tuvo eco ni por parte de los mineros, quienes se ocuparon de llorar a sus caídos y ni por parte de las autoridades.
En ese entonces, Gómez Urrutia acumulaba conflictos, escondido en Canadá, para no ser encarcelado por el robo de los mil millones de pesos, ya que recaían sobre él miles de denuncias. Días antes, abandonó a su suerte a las familias de los 65 mineros fallecidos en Pasta de Conchos. Para Napillo dos caídos más no significaron nada, sólo una amenaza al Gobierno.
Hoy, después de 18 años, Gómez Urrutia trae a México a sus amigos de varias organizaciones sindicales de Estados Unidos y Canadá, quienes lo cobijaron y cubrieron mientras se escondía de la justicia y que hoy presionan a sus gobiernos para que Napillo se favorezca del T-MEC.
Llegan a nuestro país como si fuera una gran celebración, pero no, son cómplices de ese delincuente con fuero. A las familias de los fallecidos, ¿de qué les sirve hoy esa marcha? De nada, cuando necesitaban del supuesto líder, él ordenaba enfrentamientos desde su casa de lujo en Canadá.